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22 de marzo de 2012

La música en el gimnasio

Aunque pueda parecer lo contrario, la música en el gimnasio es un elemento importante del entreno culturista. Es difícil encontrar un gimnasio donde no suene permanentemente un tipo de ritmo u otro; sorprende, sin embargo, la falta de sensibilidad que demuestran ante este factor los responsables de las salas deportivas: lo único que en general parece importarles es que el recinto esté inmerso en cualquier clase de ruido.

Y, cuando agotan su florilegio musical, conectan la radio. El efecto que producen, por ejemplo, los anuncios radiofónicos -concebidos, según toda evidencia, para sujetos con encefalopatías graves- cuando se está realizando una prensa inclinada de pierna con algunos centenares de kilos, es inenarrable; si el deportista no se halla ese día en una forma u otra de nirvana o de sordera funcional, puede estar seguro de acabar el ejercicio más crispado que agotado.

Caso aun más deprimente es cuando los gimnasios incorporan televisiones para tener entretenidas a mentes que saldrían huyendo si descubrieran de pronto que están entrenando, o cuando las convulsivas salas de aeróbic carecen de la adecuada insonorización.

Según una extendida opinión, cuanto más trepidante es la música del gimnasio más estimulante resulta para el entreno. Éste es, sin embargo, un principio falso surgido de sensibilidades con un alto grado de inercia y entumecimiento que sólo se dejan estimular por sonidos hiperexcitantes.

A la hora de seleccionar el tipo de música para el entreno en el gimnasio es muy importante no confundir estos dos términos: excitación y estimulación. El primero constituye una movilización turbulenta y desordenada de las energías superficiales del individuo; el segundo, por el contrario, implica el desbloqueo de energías más profundas y su activación controlada. La música en el gimnasio tiene este poder movilizador gracias a su naturaleza rítmica y emotiva, y supone una grave limitación no aprovecharlo sabiamente.

Uno de los prejuicios más extendidos es que todo el problema de la relación entre música y entreno se reduce a una cuestión de gusto personal, lo que hace que los directores de salas deportivas intenten, en general, llegar a un compromiso favoreciendo hoy a unos y mañana a otros de sus asociados.

Los criterios que deberían regir la elección del factor musical en el entreno culturista son fundamentalmente tres: habría que recurrir a tipos de música estimulantes, pero no excitantes; que favorezcan la concentración e interiorización; que creen en el recinto un ambiente distendido y relajado, pero no inerte.

Son principios, desde luego, muy generales, pero ofrecen cuando menos una línea ordenada y coherente de acción a la hora de elegir la música de un gimnasio.

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