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26 de noviembre de 2011

Comer deprisa engorda

Que comer deprisa, engullendo a toda velocidad fuese una mala costumbre es desde siempre sabido. La Escuela Medica Salernitana, considerada una de las primeras y más importantes instituciones médicas de Europa en el medioevo y señalada como una de las modernas facultades de medicina universitaria, recomendaba “Prima digestio fit in ore” que traducido literalmente significa “la primera digestión acontece en la boca” invitando a sus secuaces a masticar cada bocado al menos 20-30 segundos antes de ingerirlo.

Sólo así, con una prolongada masticación, se forma en la boca una masa de consistencia pastosa (el denominado bolo) sobre el cual actúan las encimas salivares iniciando de hecho el proceso digestivo. Esto hipotetizaba y sostenía la Escuela Medica Salernitana casi mil años atrás.

Los éxitos de un test conducido en Atenas

La novedad es que hoy el reputado “Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism” confirma cuanto había sido afirmado por la antigua sabiduría, conteniendo los resultados de un estudio conducido por médicos griegos del Laiko General Hospital, en la capital Atenas. El tema de estudio, 300 gramos de helado que fueron ofrecidos a cada uno de los voluntarios precedentemente seleccionados. Objetivos: comer el helado recibido en un tiempo máximo de treinta minutos.

Diversos eran los comportamientos de las personas testeadas, que iban desde el frenético consumidor que en pocos minutos hacía literalmente “desaparecer” el helado, al reflexivo degustador que, empleaba buena parte del tiempo a disposición para acabar con su porción de postre. Los médicos habían recolectado anteriormente y examinado la sangre de los voluntarios y habían repetido los análisis durante tres horas y media, cada media hora. En particular, en la sangre se habían medido los niveles de glucosa, insulina, grasas y dos hormonas, el peptide YY y el peptide similar al glucagón.

Las hormonas de la saciedad

Estas hormonas, producidas por el intestino, operan sobre el cerebro provocando una sensación de saciedad y transmiten a los receptores la señal de que la fase de alimentación puede interrumpirse. En otras palabras, quien había degustado el helado con la mayor lentitud señalaba en la sangre niveles más elevados de peptide YY y de peptide similar al glucagón, y en consecuencia se sentía más satisfecho.

Es obvio que esta demostración científica, está basada sobre antiguas intuiciones (la operativa de la Escuela Médica Salernitana precede con muchos siglos el desarrollo de la moderna anatomía médica), y está destinada a dejar una señal indeleble en los estudios sobre la alimentación humana y sobretodo a dar preciosas indicaciones sobre las patologías derivadas del alimentarse en modo incorrecto.

Masticar o deglutir lentamente provoca menor estrés en todo el aparato digestivo: más en detalle, dejar transcurrir un cierto lapso de tiempo entre el inicio y el final de la fase alimenticia permite a las hormonas “de la saciedad” poder actuar con mayor eficacia, induciendo a comer menos y por lo tanto a reducir los riesgos derivados de una superalimentación, sobretodo el aumento de peso.

No nos olvidemos del ejercicio físico

Pero como, lamentablemente, los ritmos frenéticos de la vida moderna no siempre nos permiten comer con la debida calma, busquemos al menos, cuando tengamos la posibilidad, de recordarnos de los antiguos consejos (la primera digestión acontece en la boca), y de masticar cada bocado durante un adecuada cantidad de segundos.

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