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20 de abril de 2011

Ejercicios aeróbicos vs. ejercicios anaeróbicos

Cuando hablamos de “aeróbico” o “anaeróbico”, nos referimos al tipo de metabolismo energético que más se emplea en el organismo como respuesta a la actividad física que se realiza.

En los ejercicios aeróbicos, el oxígeno se utiliza para producir la energía que se transporta a los músculos más activos. Cuanto mayor sea la capacidad del organismo para aprovechar ese oxígeno que recibe (Vo2 máx), más eficiente será la formación de energía (adenosina trifosfato –ATP–) mediante el proceso conocido como fosforilación oxidativa.

Los ejercicios aeróbicos se caracterizan por ser de larga duración y de intensidad baja o moderada. El entrenamiento aeróbico mejora significativamente el funcionamiento del corazón, los pulmones y todo el sistema muscular, por lo que ayuda a que el oxígeno llegue a todo el cuerpo con mayor rapidez. Caminar, ir en bici, nadar, hacer footing o bailar son ejemplos de actividades aeróbicas.

En los ejercicios anaeróbicos, el oxígeno no es necesario para producir energía. En el sistema anaeróbico hay dos mecanismos a través de los que se produce la ATP: 1) la fosfocreatina e 2) la glucogenólisis anaeróbica. El ácido láctico es el producto residual de este mecanismo.

Los ejercicios anaeróbicos se caracterizan por ser de corta duración y alta intensidad. Como ejemplos, tenemos la musculación, los sprints o el levantamiento de peso.

Lo mejor de todo es que se queman grasas

Tanto los ejercicios aeróbicos como los anaeróbicos aceleran el metabolismo. Cuanto más acelerado esté, más calorías se quemarán. Cuantas más calorías queme, más deprisa eliminará las grasas corporales.

Para aquellas personas que no disponen de demasiado tiempo para entrenar, con solo 3 minutos diarios de sprint (entrenamiento anaeróbico) ya se consigue aumentar el metabolismo

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